Home / La casa, ese difícil lugar de trabajo para las empleadas domésticas

 

 

 

 

                                                                            Cambio Climático y Mujeres Indígenas desde TWAIL 

 

 

Octubre 25, 2023

Ana María Agudelo Gil y Andrea Londoño Sánchez[1]

 

 

 

 

 

 

 

 


La casa, ese difícil lugar de trabajo para las empleadas domésticas

 

 

“Pero tal vez cualquier casa, cualquier casa podría, con el tiempo, convertirse en guarida, y acogerme en su penumbra benévola, tibia y tranquilizadora

Natalia Ginzburg, Las tareas de casa y otros ensayos.

 

 

 

La casa, ese lugar habitado por las más íntimas dinámicas humanas, puede ser cielo e infierno. El techo nos libra de vendavales, las paredes nos dan privacidad, el mobiliario nos acoge para alimentarnos o para el amor, y la puerta, cuando se cierra, convierte ese mundo interno en el reino de sus residentes. Sin embargo, para las trabajadoras de servicio doméstico la casa de sus empleadores es su lugar de trabajo y está lejos de ser sinónimo de protección y derechos.

La histórica división sexual del trabajo ubicó a las mujeres en la esfera “reproductiva”, es decir, en la casa, donde se realizan las tareas domésticas y de cuidado. El trabajo doméstico es “una práctica anterior al capitalismo, que emergió en medio de las relaciones sociales feudales”[2]. En esta esfera reproductiva los trabajos han carecido de valor comercial, y sin valor comercial (de intercambio), el trabajo carece de dimensión económica.

A pesar de la salida masiva de las mujeres de sus casas para ocuparse de trabajos en la esfera productiva, lo cual en la década de los 80 las situaba con una participación en el mercado laboral del 36 %[3] y en la década del 2000 llegaba al 52%[4], no se ha dado la correspondiente entrada masiva de varones a los oficios domésticos. Este desequilibrio, estudiado por la economía del cuidado, ha generado un aumento de las cargas de trabajo de las mujeres pues ellas han mantenido sus tiempos destinados al trabajo no remunerado dentro de las casas, en lo que se conoce como la doble jornada.

Continuando con los orígenes de los obstáculos de las mujeres para avanzar en la autonomía económica, es contundente el Informe de Quanta, del 2022, con el dato de esta creencia ciudadana: “Alrededor del 70% de las personas consideran que las mujeres son las más aptas para realizar el trabajo doméstico”.

Según Valor Doméstico, herramienta creada por la Fundación Hablemos de Trabajo Doméstico, para medir las condiciones de trabajo de este sector, en Colombia hay 666.750 personas trabajadoras domésticas, de las cuales el 93.16 % son mujeres. Este sector, altamente feminizado, tiene una informalidad laboral del 80 %, e incluso, en Montería, Sincelejo, Riohacha y Quibdó, la informalidad llega al 95 %. En contraste, el promedio de la informalidad de los demás sectores laborales es del 57,5 % (DANE, 2022). En otras palabras, a 8 de cada 10 trabajadoras domésticas remuneradas no se les garantizan sus derechos laborales.

Parodiando el ranking empresarial de los mejores lugares para trabajar, la casa, como espacio laboral de las empleadas domésticas, podría ganar el primer lugar como el “Worst places to work” (peores lugares de trabajo): cuentan con jornadas de trabajo más largas, muy bajos niveles de afiliación al Sistema de Seguridad Social, falta de pago de sus prestaciones sociales y ausencia de un control estatal real que permita sancionar a los empleadores ante el desconocimiento de sus derechos laborales fundamentales.

Mientras el Estado, como garante de derechos, tiene todo un paquete de normas, mecanismos y tradiciones para entrar a las instalaciones de trabajo de los diferentes sectores laborales, no existe en el país ni tradición, ni herramientas ni planes para inspeccionar las casas como lugares de trabajo de las empleadas domésticas, lo cual impide que se eviten y sancionen tratos indignos y violentos de los empleadores, y que se impulse la formalización laboral de este grupo de trabajadoras.

Sin embargo, en este camino ha habido avances esperanzadores: desde la adopción del Convenio 189 de la OIT (Ley 1595 de 2012 que impulsa los derechos de trabajadores y trabajadoras domésticas en Colombia), surgieron iniciativas gubernamentales, legislativas, judiciales y organizaciones de la sociedad civil, como los sindicatos de trabajadoras domésticas y las ONG que han logrado poner en la agenda pública la urgencia de la aplicación de los derechos laborales de este sector. Por su parte, en el mercado, empresas han innovado con asesorías y servicios digitales para facilitar la afiliación a la seguridad social y contrarrestar así el obstáculo de la tramitología que se ha detectado como crítico[5]. En estos avances han sido fundamentales la cooperación internacional, la filantropía y la academia con recursos económicos y de conocimiento para abrir caminos que aceleren la formalización laboral.

El actual gobierno nacional le apuesta a impulsar la protección y garantía de los derechos de las trabajadoras domésticas a través de vías incluidas en el Plan Nacional de Desarrollo, el Sistema Nacional de Cuidado y la Reforma Laboral. Y destacamos la reciente radicación del Proyecto de Ley 246, de formalización e inspección laboral a los hogares. Este busca, entre otras, el registro oficial de contratos de trabajo de empleadas domésticas en el Ministerio de Trabajo, mecanismos directos de quejas y denuncias para los y las trabajadoras domésticas, la inspección puertas adentro de las casas con consentimiento y en casos de emergencia, y la posibilidad de que el personal de inspección se constituya en un apoyo para empleadores y empleadoras que quieran cumplir la ley con rigor.

Si bien las causas de la informalidad laboral del trabajo doméstico son profundas y multidimensionales, no son irreversibles ni naturales a la labor ejecutada. Es necesario entrar a las casas para sacar del mundo privado el análisis sobre la aplicación de los derechos laborales de las trabajadoras domésticas.  

Colombia tiene el marco jurídico y las instituciones suficientes para que las casas se conviertan en uno de los Best places to work.

 


[1]Fundación Hablemos de Trabajo Doméstico

[2] Erynn Masi de Casanova. La desigualdad a domicilio: el trabajo remunerado del hogar en el Ecuador contemporáneo. Ed. Flacso Ecuador. Sep. 2022. Pag. 6.

[3] Avances de la Igualdad de Género en el Trabajo Decente. Web. Prefacio. http://www.oas.org/es/cim/docs/avancegenerotrabajodecente-sp[final-web].pdf

[4] Ibid.

[5]Al respecto, ver la investigación ganadora del premio a la investigación social Nicanor Restrepo Santamaría, de Proantioquia, 3a. Versión, año 2021. “Obstáculos culturales, legales y económicos para la formalización del trabajo doméstico remunerado: la perspectiva de los y las empleadoras” En https://www.trabajadorasdomesticas.org/images/docs/Resumen%20Premio%20Ni...